¡¡Extra, extra!!
¡Llega a todas las plataformas la última entrega de “El vendedor invisible”!
Tras el rotundo éxito de “Escondido en la ciudad”, el actor Branding Cansino (en el papel de Mark Keting), protagoniza “Oculto en internet”, donde nos obsequia con una excelente interpretación: se mimetiza de tal manera dentro de la red que es imposible encontrarle.
Una hora y media de peli y no lo ves. Y sin vender una escoba, claro.
Pero nuestro Mark Keting no es el único ser invisible. Muchos negocios están en ello, y en este post vamos a ayudarles a conseguir la absoluta invisibilidad.
No es tan fácil perderse en internet, pero se puede lograr si le pones suficiente empeño.
¿Lo has intentado? ¿Has gugleado tu nombre o el de tu negocio? ¿Quizás lo hayas contrastado con algún producto o servicio que ofrezcas?
Si no apareces en las primeras páginas, las personas que pudieran estar interesadas en lo que vendes, con gran probabilidad nunca se van a encontrar con tu propuesta de valor.
NOTA: En marketero antiguo, “propuesta de valor” es lo que en realidad vendes, esto es, ese problema que resuelves o esa mejora que alguien obtiene de tu trabajo
O estás en la superficie y eres visible, o estás oculto bajo capas de irrelevancia.
Por tanto, para seguir siendo un buen ser invisible y competir con nuestro estrafalario e inigualable Mark Keting, tu misión debe ser permanecer siempre oculto. Nunca estés dispuesto a mostrar a todas horas y en cualquier pantalla del mundo un cartel con grandes letras parpadeantes en neón chillón que diga quién eres, dónde estás y cuál es el problema que resuelves.
Cuando hablamos de invisibilidad, la idea central es ser ilocalizable, irreconocible y confuso, para que no te encuentre ni Paco Lobatón.
Pero cuidado: que tengas una determinada presencia online no implica que seas visible y fácil de localizar. La presencia digital ha de ser concreta, constante y fiable, sólo de esta forma será efectiva. Te vamos a dar las pistas para que te puedas cargar la poca visibilidad que tengas hasta la fecha.
Recuerda: al menos 8 de cada 10 personas buscan en internet antes de realizar alguna compra. No se lo pongas fácil, que la gente es muy pesada.
Al fin y al cabo, ¿quién quiere vender más?
Vamos a contarte todo lo necesario para ser un completo invisible man cinturón negro para que puedas seguir perdiendo clientes desde la clandestinidad. Verás qué divertido…
De entrada, vamos con la güeb: monta una web que sea una auténtica castaña ineficiente.
Ojo, no he dicho fea, sino ineficiente.
Invisible, caótica e irrelevante: la web.
Alguien que aterrice en tu web…
NOTA: De ahí viene lo del landing page en marketero clásico, de to land, aterrizar en inglés. Es que “página de aterrizaje” no suena igual, la verdad.
…decía que alguien que aterrice en tu web nunca debe saber ni quién eres, ni qué ofreces ni qué carajo es lo siguiente que tiene que hacer para comprarte algo. Mejor que se pierda y que acabe dando al botón de escape y pidiendo socorro de pura desesperación.
Ejercicio práctico:
Mira tu web y contesta de manera honesta a estas sencillas preguntas a ver cómo lo estás llevando, bro:
1-¿Es legible, visualmente atractiva y limpia?
Pues muy mal: llénala de banners, gifs, luces y cosas que no aportan nada. Se irán pitando de ahí. Nada de copywriting ni sandeces de esas. Muchas fotos de la familia, a la menor resolución posible, y cuanto más peregrinas, mejor. Que recuerde a una de esas de los años noventa, llenos de muñequitos girando sin parar. ¡Qué buenos tiempos donde el pixelado era sinónimo de glamour!
2-¿Carga rápido y no demora ni un milisegundo en mostrar el contenido en la ventana, o le das tiempo a la gente a ver dos temporadas de Lost?
Sé considerado: hay mejores series que tu web, así que deja que tus potenciales clientes las disfruten.
3-¿Se ve a las mil maravillas en el móvil, en la tablet y en el ordenador, o se confunde con una galería de pintura cubista regentada por macacos febriles?
Nada como parecer otra cosa para que nadie te vea. Crea distracciones, confunde, manda a los lectores a otras páginas para que se enreden por allí, da explicaciones de todo y crea un caos apoteósico.
4-¿Está actualizada? ¿O hace mil años que no entras a cargar contenido nuevo o a revisar el que atesoras publicado?
Ni se te ocurra publicar cosas de actualidad que puedan ser interesantes. Eso sólo atrae a fisgones, curiosos y posibles compradores. ¡Qué horror! ¡Que se vean bien las telarañas!
5-¿Tienes blog? ¿Ofreces contenido interesante para tus clientes?
Pues olvídate: pon ahí artículos que le gusten a tu familia, a tus amigos, a tu pareja, a tu vecino y ,desde luego, nada que pueda interesar a tu posible comprador. Si les das lo que quieren, corres el riesgo de que vengan, y eso es una lata porque no te los podrás quitar de encima.
6-¿Cuántos clics hay que dar para hacer cualquier cosa?
Pocos me parecen. Venga, pon páginas, subpáginas y metapáginas. Que se pierdan sin remedio y que las agujetas les agarrotan el dedo índice de tanto darle al ratón. ¡Verás como no vuelven en la vida!
7-¿Pasas de las técnicas de SEO?
NOTA: En marketero antiguo, SEO se refiere a Search Engine Optimization, o sea, optimizar la búsqueda orgánica, esto es, que lo que la gente escribe en Google cuando quiere algo sea lo que uno tiene para que se lo enseñe, para entendernos.
¡Bien! Cuanto menos sepa Google de ti, menos clientes te va a traer. Lo importante es que cuando la gente busque lo que sea, nunca te encuentre y que te dejen tranquilo de una vez. Te advertimos que Google es muy bueno rastreando la web, así que hay que andarse con ojo.
Nunca hay una segunda oportunidad para causar una malísima impresión. Dale una vuelta a todo esto porque igual, a pesar de todo, algún cliente es tan fan que sobrevive a este infierno que le has creado.
¡Deja de vender y empieza a perder clientes de una vez!
Y suscríbete a la newsletter, que es lo más parecido a una telenovela turca donde nunca pasa nada y sólo mareamos la perdiz:
Por cierto: colabora y crea el caos compartiendo este post, anda.
Y si necesitas ayuda o no te aclaras con algo, pincha aquí debajo: